La Liga Palentina es una de las ligas federadas de la Asociación Liga Española de la Educación y la Cultura Popular (LEECP).
La LEECP es una ONG de carácter no lucrativo, que tiene como fines principales el apoyo a la educación para todos, basada en una escuela pública de calidad, laica, solidaria y de ciudadanía.
La Liga Palentina se creó en junio de 2008 por un grupo de personas relacionadas con la educación y empeñadas en transmitir a la sociedad palentina la necesidad de apoyar la escuela pública, como instrumento fundamental para la creación de una sociedad plural y solidaria, que integre sin exclusiones a todas las personas por igual dentro de un espíritu de laicidad y solidaridad.

lunes, 20 de febrero de 2012

EDUCACIÓN Y LO CONTRARIO

BEA GÓMEZ GONZÁLEZ
EL NORTE DE CASTILLA 19.02.12
LOS CUATRO CANTONES

Pongamos que escribo estas líneas a las 11 de la noche de un día laborable, en el que me he puesto en pie a las seis y media de la mañana y he conducido casi cien kilómetros (y otros cien de vuelta claro) para llegar a mi puesto de trabajo. Pongamos que, para poder acceder a ese precario puesto de trabajo (una sustitución que no sé cuándo acabará) y después de pasar año y medio en el paro -que no parada- he tenido que aportar: dos licenciaturas, una titulación de máster y más de 900 horas en cursos de formación (previo costoso pago, en tiempo, dinero y esfuerzo, de todo ello). Pongamos que, además, he tenido que pasar por un proceso de oposición que consta de una prueba teórica de 75 temas y una prueba práctica que, previa elaboración durante meses, hay que defender ante un tribunal que, igual que tú, tampoco quiere estar allí. Pongamos que no basta con aprobar para adquirir una plaza y que, aunque tu última nota de oposición sea un siete, eso te permitirá, como mucho, ir haciendo sustituciones semanales o, en el mejor de los casos, de más de un mes, en lugares de tu co-munidad que antes, ni sabías que existían (con el consiguiente cambio de residencia que ello conlleva, claro). Bien. Es un esfuerzo, lo sé, pero me gusta mi trabajo porque, aunque es absolutamente ingrato, a veces resulta muy gratificante.
Atiendo a una madre al borde del colapso y a un padre al borde del infanticidio, doy clase a cuatro grupos distintos, de edades comprendidas entre los 12 y los 20 años, con necesidades educativas diferentes, con vidas diferentes, con situaciones personales diferentes y, por supuesto, con carencias socio afectivas (que haberlas, haylas; y vaya si las hay). Entre todos suman 78.78 personas a mi cargo, 78 familias. De entre todas esas personas, 16 siguen un tratamiento médico psiquiátrico y se medican a diario y otras 12 han sido tratadas. Algunas de ellas están diagnosticadas con el Síndrome de Déficit de Atención, al que, en la mayoría de los casos, se suma un déficit por Hiperactividad; uno tiene el Síndrome de Asperger y otros dos, Conducta Negativista Desafiante. Además de esto, muchas tienen un retraso importante en cuanto a capacidad de abstracción, comprensión y síntesis, lo que les dificulta sobremanera cualquier aprendizaje. Cerca de la mitad tiene serios problemas de lectura. Cuando digo "serios" en realidad quiero decir que apenas saben leer y que, por tanto, no entienden nada de lo que balbucean lo que les hace, no sólo detestar la lectura -lógico- sino aislarse, inhibirse, desconocer el mundo, atrofiar su imaginación y, por tanto, volverse personas solitarias, taciturnas e inseguras. Además, el 15% sufre o ha sufrido bullyng a lo largo de la Secundaria por parte de algunos de sus compañeros.

Siete nacionalidades
Entre todos suman siete nacionalidades distintas y cuatro etnias diferentes; tres no saben apenas hablar español y otros ocho lo hablan, pero con dificultad. Más de uno tiene cuentas pendientes con la justicia, por cuestiones que van desde un simple botellón en el lugar equivocado, hasta, uno de ellos, de 15 años, participar en un intento de violación colectiva a otra menor, también alumna del centro. También hay alumnos con altas capacidades, que proyectan un curriculo brillante y que, por tanto, demandan también necesidades educativas especiales: asisto con ellos a olimpiadas lingüísticas, los asesoro en certámenes literarios en los que participan y medio en pos de su comprensión con padres y madres que no quieren tener hijos tan listos y compañeros que recelan de compañeros que se divierten leyendo “Crimen y Castigo”.
Todos, de uno u otro modo necesitan ayuda, resortes que les proporcionen seguridad, com-prensión y confianza. Alguien que, además de enseñarles quién era Lorca, les enseñe dónde están las puertas y cuáles es posible que estén abiertas, y cuáles nunca se abrirán, por más fuerte que queramos aporrearlas. Y bueno, ése es mi trabajo: hacer que la poesía de Lorca esté esperando detrás de las puertas que se abren.
Además de todo eso, trato de organizar la biblioteca del centro mientras me acuerdo de mi amiga Stella, licenciada y 'masterizada' en Biblioteconomía y Documentación y en Traducción e Interpretación, que ha tenido que emigrar a China con una beca precaria, harta de verlas venir en el ECyL. Las bibliotecas de los lES se mueren y las licenciadas en Biblioteconomía emigran por falta, no de trabajo, que trabajo hay, sino de contratación.
Pues eso. Pongamos que llego a casa a las tres y media de la tarde, después de conducir otra hora, con 78 exámenes bajo el brazo que corregir (entre todos sumarán unas 200 páginas); exámenes que, más o menos, vienen realizándose cada tres semanas, y me siento a las cinco a corregir y lo dejo a las 11, quedándome todavía, más de la mitad (mañana será otro día) y como algo mientras escribo este artículo y cuento las horas que dormiré (que prefiero no contarlas, porque recuerdo que tengo que actualizar el blog que he abierto para que los alumnos dispongan de material útil y ameno para la asignatura, lo que me lleva al menos otra hora). Y en esas estamos.

Me enfado de cojones
Por eso, cuando veo, señor Rajoy, a su ministro de, llamémoslo Educación, el señor Wert, tratando de confundir a la ciudadanía, no me indigno, no, me enfado de cojones. Porque lo que este señor no dice es que aumentar un año el bachillerato es, en realidad, restarle un año a la educación obligatoria (a la de todos, vamos); y sumárselo a la concertada; lo que no dice es que dar becas de excelencia, supone quitárselas a quienes, por renta, las necesitan; lo que no dice es que aumentar la jornada laborar del profesorado, supone que, sólo en Cataluña, 3.000 profesores de secundaria y 900 de universidad se van a la calle.
Pues muy bien. Mientras tanto, en este país se inauguran colosales edificaciones inútiles con quién sabe qué oscuras intenciones. Mientras tanto, el pasado jueves la policía cargó contra alumnos, padres, madres y profesores del IES Lluís Vives de Valencia, que se manifestaban por llevar meses sin calefacción y sin material escolar a causa de los recortes (será más barato dar porrazos que soluciones). Mientras, los informativos hablan de las tetas de la Esteban y de los guiñoles franceses, que se han convertido en asunto de Estado.
Pero esto es lo que queremos, o eso parece. Y me avergüenza porque, como alguien decía, un profesor menos hoy, son cuatro policías más en el futuro. Pues imagínense miles menos.

jueves, 16 de febrero de 2012

PERO, SI LOS ELEFANTES SON GRISES

Elefantes... grises
Realmente me he quedado perplejo al escuchar al nuevo ministro de educación José Ignacio Wert sus intenciones de modificar de nuevo nuestro sistema educativo, eso sí, ha apostado como ya hiciera su antecesor Ángel Gabilondo por alcanzar un gran acuerdo para reformar la Educación y resolver los problemas del sistema. Un gran pacto que debiera incluir un diagnóstico claro de cuales son las deficiencias del sistema educativo. Primero anuncia la reforma y posteriormente habla de pacto, es como si el cirujano después de operar decidiera convocar al equipo médico para consensuar cuestiones básicas sobre la intervención quirúrgica. ¡Qué paradoja! Estos señores políticos no estudiaron en su día Educación para la Ciudadanía y por eso desconocen un vocabulario básico de participación, coherencia, cooperación y consenso.

La propuesta por Wert sería la 13ª reforma del sistema educativo español. Desde 1980 se han aplicado en España 12 leyes orgánicas sobre educación, incluida la LGE de 1970 que reguló todo el sistema educativo y se aplicó hasta comienzos de los 80. Siete han legislado la enseñanza obligatoria y cinco de ellas se hicieron para reformarla. ¡Esto es demasiado para cualquier país democrático que pretenda ser eficaz!

Estoy cansado de los partidos políticos que gobiernan y de sus reformas y contrarreformas educativas. Estoy saturado de sus peleas y sus disquisiciones ante una cuestión que exige políticos de gran altura. Llevo mucho tiempo diciendo que esta España tiene una asignatura pendiente y que su solución debe ser anterior a la de cualquier reforma que se plantee; tiene que ver con el establecimiento diáfano de qué tipo de personas queremos construir para el futuro de este país. Si no tenemos claro cómo queremos que sean los ciudadanos, si no hacemos una apuesta firme por un consenso en esta cuestión las reformas y contrarreformas nos harán perder un tiempo precioso. Desde la transición política no se ha vuelto a recuperar ese espíritu que se hace imprescindible para consensuar unos valores mínimos que debemos tratar de conseguir a través de nuestro sistema educativo en todos nuestros escolares y por ende en todos los ciudadanos.
Las peleas entre los partidarios del perverso sistema de excelencia que nos transmite con muy mala intención que hay alumnos excelentes y otros que no lo son, y en el que los alumnos más necesitados quedarían arrinconados en guetos marginales, y los partidarios del modelo comprensivo que aún no ha dado con la clave y el método para reducir ese fatídico fracaso escolar tan abrumador, nos debatimos esperando a que el gobierno entrante de turno haga la reforma tan ansiada. La educación se convierte en un espectáculo dantesco.

Disputas, disquisiciones, sin hacer una reflexión serena y profunda de los males de nuestro sistema educativo. Está ocurriendo como en aquella historia en la que todos los elefantes del mundo eran blancos o negros. Amaban a los demás animales, pero se odiaban entre sí, por lo que ambos grupos se mantenían separados: los blancos vivían en un lado de la jungla y los negros en la opuesta. Si los elefantes blancos decían una cosa, los negros la contraria. Un día los elefantes negros decidieron matar a los elefantes blancos y los elefantes blancos a los negros. Pero había un conjunto de elefantes de ambos grupos que querían la paz y se internaron en lo más profundo de la selva. Durante algún tiempo no se supo de ellos. Comenzó la batalla y duró muchos años, muchos, hasta que no quedó ningún elefante vivo. ¡No se veía a ningún elefante en la jungla! Pero un día los elefantes pacíficos que se habían escondido en lo profundo de la selva salieron, pero ya no eran ni blancos ni negros, eran grises. -¡Papá los elefantes son grises! exclamaban los niños desde lo más profundo de su conocimiento. Desde entonces los elefantes viven en paz y tratan de ponerse de acuerdo en lo que les parece importante y fundamental para sus vidas. Lo blanco y lo negro ha dejado de ser un estigma en sus vidas.

Queridos políticos, técnicos, comité de expertos y asesores: ¿por qué no se ocultan un periodo de tiempo en la jungla y se ponen de acuerdo en qué es importante en educación, qué conviene mantener y qué es lo que debe cambiar? Hay espacios en la jungla que ustedes debieran visitar. Eso sí, no salgan hasta que no hayan conseguido una aquiescencia que no entienda de legislaturas, de siglas y cambios de poder.

Ramiro Curieses.
Presidente de la Liga Palentina de la Educación

Publicado en CARRIÓN el 16.02.2012

lunes, 13 de febrero de 2012

IV Jornadas de Educación para la Ciudadanía en fotos

Manuel Pastrana, Secretario General de UGT-Andalucía
da la bienvenida a los participantes

Mesa de presentación de las jornadas: Ernesto Gómez, Victorino Mayoral,
Manuel Pastrana, Sebastián Cano y Tomás Benitez

El Viceconsejero de Educación de la Junta de Andalucía, Sebastián Cano
se dirige a los asistentes

Victorino Mayoral, presidente de la Fundación Cives

Participantes en las Jornadas

Ana Mª Rodríguez Penín, Enrique Roca Ernesto Gómez y Carmen Pinedo
 
Carmen Rueda José Blanco (CCOO), Juan Ramón Lagunilla,
Juan Carlos Hidalgo (FETE-UGT) Pura Sánchez (USTEA
 
Pedro Badía, director de la revista ESCUELA presenta y modera la mesa
sobre buenas prácticas de ciudadanía

Asitentes a las jornadas

Antonio Bolívar, Luis María Cifuentes, Gregorio Cámara, Esteban Ibarra
Yolanda Besteiro, Carlos Sanguino,  Raquel León, Pedro Uruñuela,
 Jesús Domingo Segovia, Francisco Mora, Manuel Dios Diz

Joan Pagés y Julio Herrera

Rosa Martínez y Mª José Fernández Tendero presentan la mesa
de experiencias en infantil y primaria

Ramiro Curieses, Carlos, Agustín Lasarte y Joaquín Posado

Victorino Mayoral y Julio Ordóñez, leen las Conclusiones de estas jornadas
en la clausura de las mismas


domingo, 12 de febrero de 2012

Conclusiones IV Jornadas de Educación para la Ciudadanía en Sevilla

Como colofón a las “IV Jornadas de Educación para la Ciudadanía, Democracia y Derechos Humanos: los currícula y la práctica docente”, celebradas en Sevilla los días 10 y 11 de febrero de 2012, organizadas por la Fundación CIVES bajo el patrocinio de la Junta de Andalucía y con la colaboración de la revista ESCUELA, y que han contado con la participación de expertos y docentes de Primaria, Secundaria y Universidad, así como con representantes de Fundación Cultura de Paz, Liga Española de la Educación y la Cultura Popular, Amnistía Internacional, Intermon Oxfam, Federación de Mujeres Progresistas, Proyecto Atlántida por una educación y cultura democrática, Movimiento contra la Intolerancia, los sindicatos FETE-UGT Andalucía, FE-CCOO Andalucía, y la asociación de padres y madres CODAPA, queremos manifestar:


Introducción

La posible negación de la existencia de la ética pública en la que se sustenta el rechazo a la, hasta ahora, denominada Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos, y por tanto al aprendizaje escolar de los valores que integran “el sustrato moral del sistema constitucional” y de la Declaración Universal de Derechos Humanos, no nos pueden hacer olvidar la necesidad y la urgencia de potenciar las dos facetas en las que se debe sustentar la propuesta curricular de la educación en valores como educación ético cívica.

Por una parte, la del papel que ha de desempeñar la ética en la búsqueda de lo que se considera una “buena sociedad”, abierta, plural y democrática, es decir la función que corresponde a la ética pública en la convivencia social. Porque se considera necesaria la existencia de un código moral compartido que rija la conducta responsable de la ciudadanía en las relaciones con sus semejantes. La ética colectiva en nuestros días está lastrada negativamente por varios factores que están en el origen de la desmoralización de amplios sectores de la sociedad. El individualismo insolidario, consumista y egoísta, la corrupción, el rechazo al diferente, la exclusión, la desigualdad y la injusticia, el predominio de las vivencias darvinistas de los mercados sin reglas y un largo relato de carencia de valores humanos.
Por otra parte, tenemos que tomar en consideración la preocupación que por la educación para la ciudadanía democrática se ha extendido ampliamente por Europa, y ha sido asumida hasta la fecha por todos los gobiernos democráticos de España. La reflexión inicial de la que arranca este nuevo impulso europeo en pro de la educación cívica se encuentra en el deterioro y la desafección por parte de la ciudadanía que está experimentando el sistema y la practica democrática y la necesidad de fortalecerlos, puesto que la democracia, en su sentido más profundo es sobre todo una conquista de civilización, fundada en los logros de los derechos civiles, políticos y sociales de ciudadanía que deben ser preservados en beneficio de todos y todas. Por ello los Estados tienen el deber de promover un cambio en la cultura cívica y política que debe surgir y desarrollarse desde la escuela y continuar en todos los niveles educativos.

En coherencia con las anteriores reflexiones, podemos concluir que:

1. Sigue siendo cada vez más necesario explicar a la juventud el significado de la ciudadanía responsable en una sociedad democrática, plural y cambiante. La educación para la ciudadanía es muchísimo más que una asignatura. Es el propósito en sentido profundo de la educación pública y obligatoria, y, como tal, debe impregnar todo el proyecto educativo, el currículum, la gobernanza y la vida democrática de las instituciones educativas, en el ámbito de la consecución de las competencias básicas social y ciudadana, y autonomía e iniciativa personal.
2. Lo peor que podría ocurrirle a nuestro sistema educativo, a nuestras comunidades educativas, a nuestra sociedad, es volver a verse envueltos, una vez más, en una poco ejemplar polémica doctrinaria, en otro nefasto combate agresivo, dogmático y estéril, que perturbe una vez más la paz social y de las aulas, sustituyendo al debate racional, cívico y democrático que corresponde realizar a quienes predican y proponen a los demás paradigmas de valores capaces de mejorar el comportamiento humano y la convivencia social.
3. Más que el nombre que tenga la asignatura en el futuro, nos interesa y preocupa especialmente el debate sobre valores y contenidos que deba tener la materia, así como la búsqueda de un consenso que consideramos imprescindible para pacificar definitivamente la querella abierta sobre el desarrollo curricular que cabe dar al articulo 27 de la Constitución – una pieza esencial del pacto que la dio consistencia y permanencia-,y una vez que el Tribunal Supremo asentó, con sus sentencias los limites que unos y otros hemos de observar a la hora de ordenar e impartir la Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos, o el nombre que se le de a la materia que la sustituya.

4. Creemos que nos encontramos en un momento muy oportuno para comenzar una reflexión constructiva, tanto sobre las cualidades y defectos y los avances que ha significado la implantación de la EpC, por la LOE, así como sobre el alcance que debería tener la asignatura de Educación Cívica y Constitucional con la que el nuevo Gobierno pretende sustituir aquella.

5. Los difíciles y costosos avances que entre todos conseguimos realizar a partir de cada esfuerzo reformador, en cuestiones tan delicadas y complejas, pero tan necesarias como la educación ético cívica, no pueden ser despreciados, ni tirados por la borda debido a impulsos de fundamentalismos morales o religiosos.
6. Sea cual sea el nombre que se le de a la asignatura, creemos imprescindible y fundamental seguir con el actual currículo, y en todo caso, mantener unos contenidos articulados alrededor de la enseñanza y el aprendizaje de seis ideas fundamentales: Dignidad y Derechos Humanos inalienables y los valores constitucionales; la igualdad entre hombres y mujeres, valorando y respetando la diferencia de sexos y la igualdad de derechos y oportunidades entre ellos; la cultura de la paz; el respeto a las diferencias, conociendo y comprendiendo las diversas opciones morales existentes y las diferencias entre las personas; la convivencia, tolerancia y la resolución pacífica de conflictos; la responsabilidad ciudadana: consumo responsable, educación vial, desarrollo sostenible, el papel social de los impuestos, etc.
7. Garantizar el tiempo necesario para su correcto aprendizaje, aumentando la carga lectiva horaria en las distintas etapas educativas y cursos académicos en los que se imparte la materia actualmente.

8. Impulsar la formación inicial y permanente de todo el profesorado en Educación para la Ciudadanía y específicamente la de los y las docentes responsables de esta materia.

9. Facilitar los recursos adecuados y la formación necesaria para que los centros educativos sean espacios de convivencia, de prácticas democráticas de participación social y de ejercicio del diálogo y del debate como formas racionales de superar los conflictos y las diferencias, de tal forma que la educación en los valores cívicos y de ciudadanía se conviertan en un ejercicio práctico que potencie y estimule la educación en los mismos.
10. La educación para la ciudadanía no debe reducirse al ámbito de la educación formal. Deberá jugar un papel fundamental en el aprendizaje a lo largo de toda la vida de los ciudadanos, de manera que adapten sus comportamientos a las nuevas situaciones sociales, culturales, económicas, etc., que la sociedad demande. La sociedad civil debe ser convocada para ampliar los escenarios de la educación para la ciudadanía, por su potencial educativo y por el cúmulo de “buenas” prácticas y experiencias que vienen desarrollando determinados colectivos. Las ONG, con el apoyo institucional preciso, y como espacios de participación cívica de todos y todas, juegan un papel clave y fundamental en la formación de educación para una ciudadanía activa.
11. Partiendo del modelo existente actualmente en España y en Europa, es necesario seguir promoviendo eficazmente la educación para la ciudadanía y los Derechos Humanos en todos los sistemas educativos europeos, mediante la enseñanza y aprendizaje de asignaturas específicas, así como de forma transversal, fomentando y apoyando las relaciones e intercambio de experiencias entre los y las profesionales dedicados a esta materia en todos los países europeos.
Con las aportaciones de los distintos ponentes y de las organizaciones y colectivos que han participado en estas IV Jornadas se elaborará una publicación y un Manifiesto, consensuado con todos los grupos, movimientos y organizaciones implicadas en la defensa de una educación ético cívica y para la ciudadanía, basada en los valores democráticos y constitucionales, y en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que permita articular un foro de diálogo y corresponsabilidad en el que, sin perder la personalidad y ámbito de actuación de cada una de ellas, camine para potenciar elementos nucleares comunes que fortalezcan la educación para la ciudadanía y el desarrollo de una sociedad democrática e igualitaria.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Fobia a la Educación para la Ciudadanía



Aunque este artículo fue publicado hace algún tiempo por Ramiro Curieses Ruiz, presidente de la Liga Palentina de la Educación en el periódico CARRIÓN, parece conveniente rescatarlo en estos días, ante el nuevo ataque, este parece que definitivo si no lo evitamos los que creemos en la importancia de la educación en valores cívicos, contra la Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos


Fobia a la Educación para la Ciudadanía ¿qué se esconde detrás de esta postura?

Razones para el Debate

El artículo 27 de la Constitución regula todo lo concerniente a nuestra educación y en el punto 2 del mismo se dice que: “La educación tiene por objeto el pleno desarrollo de la personalidad y este desarrollo debe conseguirse en el respeto a los principios democráticos de convivencia y los derechos y libertades fundamentales”. Es por tanto un mandato constitucional el que el Estado a través de sus representantes legales, es decir, a través del gobierno elegido democráticamente, procure una formación y una educación en estos principios. Bastaría y sería suficiente esta razón para apoyar sin ningún tipo de cortapisa la nueva asignatura de Educación para la Ciudadanía, (y de ahora en adelante EpC) ya que todos los que nos consideramos demócratas aspiramos a un pleno desarrollo de nuestra personalidad en los principios considerados fundamentales para convivir y para conseguir cuotas de libertad lo más altas posibles.
Jornadas sobre EpC
Sevilla, 10 y 11 de febrero de 2012

La libertad, según expresa Antonio Fraguas, consiste en luchar todos los días por una sociedad más justa, más solidaria y más feliz. Esto puede parecernos una utopía, algo inalcanzable, un deseo de casi todos, algo irreal, deseado, pero no por ello imposible. Mientras haya un solo ser humano sin libertad, es probable que no lo seamos ninguno de nosotros. Esta es la segunda gran razón por la que uno apuesta por una asignatura (EpC), que se pretende introducir en el sistema educativo para formarnos en valores cívicos, es decir, en valores que nos hagan más libres y responsables. El concebir la libertad como algo pre-programado, como algo que viene en nuestro equipamiento biológico, es reducirla a su mínima expresión, de ahí que no comprenda como determinados grupos y sectores sociales, entre otros, la Conferencia Episcopal Española, (y de ahora en adelante CEE) pretenden hacer de la libertad algo tan manipulable y reductible que puede ser puesto en peligro por una asignatura de una hora de duración semanal. Estamos todos de acuerdo, que solo una concepción minimalista de lo que es la Libertad, o una gran capacidad y poder para el adoctrinamiento, puede ser conspiradora de arrebatar cotas de libertad a las personas.

Los seres humanos somos capaces de inhibir respuestas que el medio nos sugiere, es decir, somos capaces de sentir odio y no por ello maltratar a quien nos lo inspira, podemos sentir hambre y tener comida a nuestro alcance y no comer, o posponer la comida para más tarde, pues bien, esta es la primera gran dimensión de la libertad humana. Nosotros los humanos somos seres que nos hemos liberado de la dominación de los estímulos, de la tiranía del medio, puesto que estos no nos imponen un comportamiento, ya que uno puede elegir una de entre todas las posibilidades que se le ofrecen. Esto supone analizar, deliberar y por último elegir. Esta es la tercera gran razón para apoyar la asignatura de EpC, ya que entre sus contenidos figuran los que hacen referencia a libertad y responsabilidad, a la dimensión más importante de la Libertad, que no es otra que la de hacernos personas más responsables en nuestras decisiones. ¿Cómo es posible que una asignatura que tiene tan buen propósito no sea comprendida por la CEE? ¿No sería la Iglesia Católica la que debiera liderar un movimiento de Educación para la Ciudadanía y Derechos Humanos? ¿No será que quieren quedar excluidos de esta noble tarea por alguna razón que no conviene explicar a los fieles y que tiene que ver con seguir formando moralmente a las generaciones futuras desde una posición de privilegio y dogmática?

Entender que la impartición de la asignatura de EpC y los Derechos Humanos es una confrontación entre catolicismo y laicismo, es como equiparar la libertad al vuelo de las aves. La Democracia está, y si no es así debe ser una aspiración, por encima del relativismo moral que algunos creen que defiende. La Democracia debe conseguir ciudadanos libres, responsables, solidarios, respetuosos, tolerantes con lo diferente, defensores de la paz, comprometidos con los valores ambientales, participativos, sociales, etc. y todo ello a través de sus poderes públicos. Puede ser que formar personas en estos principios sea formarlos moralmente, pero estaríamos todos de acuerdo, o al menos los que nos consideramos sensatos, que sería una educación positiva, necesaria, deseable, precisa e inexcusable. Esta sería la cuarta gran razón para apostar por una asignatura que pretende educar en esos principios, tan necesarios como imprescindibles para nuestra sociedad democrática. Lo que uno ya no comprende ni comparte con la CEE, ni con determinados grupos políticos, entre ellos el PP, es que se quiera ver un peligro y un riesgo en esta asignatura. Entre otras razones, cuestionan la capacidad del Estado para establecer de forma obligatoria esta asignatura, porque a su juicio implica convicciones religiosas y morales que afectan a un derecho fundamental como es el de los padres a que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que está de acuerdo con sus propias convicciones. Según la CEE y el PP (interesante coincidencia), la asignatura contiene aspectos que interfieren negativamente y amenazan este derecho fundamental, y por ello, dan un paso, hasta ahora desconocido en nuestro sistema educativo, como es el de plantearse la objeción de conciencia para rechazar esta asignatura. Quizás algún día se pueda objetar también de otras disciplinas como la Biología, por ejemplo, por abordar el origen del hombre desde una perspectiva evolucionista y no reveladora como se recoge en la Biblia, o de la Física, por exponer el origen del mundo desde una explicación científica y no tal como aparece en el Génesis.

Quizás detrás de estas posturas se escondan posturas maniqueas, simplistas y dogmáticas, que lo que desean es administrar certezas y principios morales absolutos que deben ser asumidas por toda la sociedad, en ese caso, sean o no miembros de su iglesia o su doctrina ideológica.

Para mi, que soy un educador, existen razones democráticas de interés social, público, para que se imparta la asignatura de EpC, y me gustaría que también hubiera razones de tipo religiosas y confesionales para que así fuera, ya que educar en valores cívicos, en hacer a las personas más tolerantes, solidarias, responsables, libres, respetuosas, justas, etc., es un fin que desde ninguna ética debiéramos renunciar.

Hay determinados sectores sociales que piensan que la posibilidad que ofrece nuestro país de permitir el matrimonio entre personas del mismo sexo, el apoyo a la ideología de género, la ley de divorcio exprés, la ley del aborto, la producción de seres humanos con fines de investigación, la asignatura de EpC, por otra parte legítimamente aprobadas por nuestros representantes en el parlamento, no son más que el triunfo del ateísmo y del relativismo moral, fruto de una sociedad enferma y debilitada que necesita de nuevos salvadores para recuperar la senda perdida. Esta es la quinta gran razón para apuntalar la asignatura de EpC, y no es otra que la de procurar educar ciudadanos soberanos de su propia existencia, ciudadanos dignos que promuevan valores excelentes como la piedad y la compasión , ciudadanos que sepan interpretar los designios humanos y no divinos, ciudadanos que aunque no piensen y profesen las ideas que uno expone, sean reconocidos como personas de moralidad, ciudadanos que sean respetuosos con todas las personas, aunque no compartan sus opiniones, ciudadanos que sean capaces de respetar las leyes aprobadas por parlamentos legítimamente elegidos, ciudadanos libres de optar por aquello que consideren más humano para uno y para los demás, ciudadanos en definitiva con voluntad individual pero con razón y corazón social.

Creo que está suficientemente demostrado que el hombre es un ser social, el hombre es el único entre los animales que posee el don del lenguaje. Tenemos capacidad para diferenciar lo justo de lo injusto, lo legal de lo ilegal, pero es que además es nuestra comunidad, la sociedad, la que establece las cualidades morales que debemos poseer, ya que como indicaba, somos seres que vivimos en sociedad, y por tanto, esta deberá decir qué tipo de ciudadanos quiere formar para vivir en equilibrio y en armonía. Tengo claro que el hombre se está perfeccionando, creciendo, hasta su muerte, de ahí que considere que la EpC debiera ser una asignatura que no solo no ocupara una parte ridícula de nuestro curriculum escolar, sino que debiera impartirse como algo permanente, continuo, porque las sociedades cambian y hemos de adaptarnos a ellas si realmente queremos transformarlas para mejorarlas. Esta es la sexta gran razón para apoyar una asignatura que aunque no nos diga qué es el bien absoluto, la ley absoluta, si nos explique con claridad qué es lo inhumano y lo que no debiéramos permitir que ocurriera nunca. Se crece de verdad solo en un clima de libertad, democracia y cultura que haga a las personas más humanas, más ciudadanas en su sentido más amplio.