La Liga Palentina es una de las ligas federadas de la Asociación Liga Española de la Educación y la Cultura Popular (LEECP).
La LEECP es una ONG de carácter no lucrativo, que tiene como fines principales el apoyo a la educación para todos, basada en una escuela pública de calidad, laica, solidaria y de ciudadanía.
La Liga Palentina se creó en junio de 2008 por un grupo de personas relacionadas con la educación y empeñadas en transmitir a la sociedad palentina la necesidad de apoyar la escuela pública, como instrumento fundamental para la creación de una sociedad plural y solidaria, que integre sin exclusiones a todas las personas por igual dentro de un espíritu de laicidad y solidaridad.

sábado, 17 de enero de 2015

¡No estamos solos!



Ha caído en mis manos, no del cielo sino como regalo de mi amiga Chiqui, el libro del Gran Wyoming, “No estamos solos”. Se trata de un relato optimista que nos presenta  algunos testimonios de gentes que están haciendo cosas para que este país cambie. Por supuesto que no están todos, pero sí todos los que están merecen más espacios televisivos, radiofónicos y  periodísticos, Morosito y Eurito, Pedro Uruñuela,  Josep Fontana, Ada Colau, etc. Sus acciones son un antídoto contra el derrotismo, la impotencia, la rendición incondicional y el pesimismo. Los seres humanos nos dividimos en tres clases, los que hacen cosas, los que critican lo que se hace y los que no hacen nada. Quiero pertenecer al primer grupo, porque deseo contribuir a construir otro futuro.


La lectura del libro me ha hecho recapacitar sobre lo que sería necesario y conveniente para hacer un futuro más “humanovivible”, llegando a algunas conclusiones claras, tales como la lucha por la reconquista de algunos derechos fundamentales y la eliminación de algunas prácticas políticas que hacen daño al funcionamiento democrático. Me he acordado de una pequeña historia que escribí hace ya algunos años y que recoge mi sentir sobre la situación actual:

“Las dos huertas estaban unidas, solamente separadas por una línea invisible en las mentes de los hortelanos. Ambas eran rectangulares y en sus esquinas habían crecido hermosos frutales hasta que había llegado la plaga en forma de hongo. Antonio y Aurora eran los propietarios de las huertas. Durante algún tiempo sus esfuerzos estuvieron dedicados a quitar de los árboles frutales el fruto deforme y mal desarrollado. Sin embargo cada vez había más fruto podrido. Fue Aurora quien comentó a Antonio que debían tomar una iniciativa que sirviera de ejemplo a los demás hortelanos, ya que la plaga se había extendido por todos los rincones de la huerta española. Tal iniciativa consistía en podar las ramas cuyos frutos eran de muy mala calidad. Y así estuvieron durante algún tiempo, podando ramas y más ramas, hasta ver con claridad que aquello no servía de nada ya que los frutales cada vez estaban más deteriorados.
Se hizo una gran tertulia para dar una respuesta satisfactoria, estas reuniones se celebraban cada cuatro años, pero no se habló de ningún tratamiento novedoso, ni siquiera preventivo para los jóvenes frutales, tampoco se contempló la posibilidad de modificar la época de los procedimientos de intervención. El hongo causante de la plaga reinaba a sus anchas devastando cada año más la producción.
Fueron los dos hortelanos de las huertas colindantes quienes aquella mañana decidieron hacer algo que nadie había contemplado hasta entonces, cortar y arrancar los árboles frutales, ya que la poda de ramas se había mostrado insuficiente. Esta decisión fue muy mal vista por el resto del gremio. Se les tachó de arrogantes, ignorantes, radicales, se oyeron voces que incluso les asociaron a activistas extremistas. Se les demonizó por hacer un cambio tan real donde el pensamiento único era no cortar ningún frutal. Tuvieron serias dificultades para explicar las razones de su decisión, Pero ellos confiaban y sabían perfectamente que no era cuestión de quitar las manzanas podridas del árbol, ni tan siquiera era suficiente con podar las ramas, era necesario acabar con el hongo que se había establecido en las raíces de los frutales. Así lo hicieron, extirparon del huerto todos los árboles con la única idea de plantar unos nuevos. Comprendían perfectamente que estos eran necesarios e imprescindibles para la alimentación de la sociedad.
Planificaron el modo en el que plantarían nuevos frutales. Mejoraron la fertilidad del terreno, diseñaron métodos para comprobar el crecimiento de los mismos, arbitraron protocolos de intervención para cuando se detectara la más mínima infección, establecieron fórmulas de prevención en los tratamientos, determinaron los momentos oportunos de poda y limpieza y perfilaron la forma de actuación en el momento en el que se detectaran los primeros síntomas, pero especialmente rediseñaron las causas por las que los árboles podían enfermar”.

Han pasado ya algunos años desde aquella iniciativa, y hoy día todo el mundo agradece el coraje de estos hombres ante lo que hicieron. Los frutales conservan todos los atributos necesarios para crecer y han incorporado los mecanismos que Aurora y Antonio rediseñaron. Los consumidores estamos satisfechos, es más, hay una asociación de hortelanos que continuamente se quiere apropiar del origen de la decisión…
Los nuevos frutales no estás exentos de peligro, pero los hortelanos saben cómo plantarle cara a las plagas.
Lo dicho, no estamos solos, siempre hay ciudadanos y ciudadanas dispuestas a luchar contra las plagas que hacen que nuestra existencia sea indigna. 
Gracias por ello. Y por supuesto, ¡Feliz 2015!

Ramiro Curieses Ruiz, 
Presidente de la Liga Palentina de la Educación.
Publicado en CARRIÓN. 15.01.2015