El barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) ha hecho públicos los resultados de su última encuesta, cuyo trabajo de campo se ha llevado a cabo entre el 3 y el 11 de mayo de este año, tras un año de reivindicaciones y protestas y después de la convocatoria de huelga de estudiantes durante los días 5, 6 y 7 de febrero de 2013.
El paro (con un 84,1%), los problemas económicos (46,7%) y la clase política (22,1%) son las tres mayores preocupaciones de los españoles, según se desprende de los sondeos del CIS. Pero no sólo el paro, los problemas económicos o la clase política preocupan a los españoles. Las siguientes posiciones en los resultados de la encuesta del CIS las ocupan la inmigración (con un 11,2%), el terrorismo y la inseguridad ciudadana (7,2%).El Gobierno y las formaciones políticas (con un 5,4%) y la corrupción y el fraude (5%) aparecen también entre los diez problemas principales de los españoles. Asimismo, la energía nuclear aparece entre los resultados del barómetro de este año.
Según leo los resultados de la encuesta me viene a la cabeza aquella anécdota que me contaba un compañero de Asturias y que explicaba cómo un campesino de Mieres, a la salida de la iglesia un domingo, se encontró con un paisano al que hacía algún tiempo que no veía y le preguntó: ¿de dónde vienes Pacu? -Pues de aquí de la iglesia, de oír hablar al cura. ¿Y de qué ha hablado? Pues ha hablado de Dios. ¿Y qué ha dicho? Pues no sé, pero parecía partidario.
A nosotros nos pasa como a Pacu que oímos hablar de educación y nos convertimos en partidarios sin saber muy bien a qué nos estamos refiriendo. Así podemos explicar que todos somos partidarios de una buena educación y escuchar afirmaciones como: “lo más importante es la educación”, “la educación se ha convertido en una prioridad nacional”, “de la educación depende el futuro del país”, etc., pero parece claro que no entendemos muy bien lo que hay detrás de esos titulares. Personalmente pienso que la educación importa bastante poco en este país, y de hecho tenemos que irnos al puesto decimocuarto o decimoquinto de las encuestas del CIS para verla situada como preocupación entre los españoles. Este es el verdadero problema que tiene la educación en España y es que no inquieta, no está entre las expectaciones prioritarias de los ciudadanos y ciudadanas de este país.
Estoy convencido de que el sistema educativo tiene, puede y debe mejorar. No podemos seguir soportando cifras de fracaso y abandono escolar como el que padecemos, porque entre otras cosas agraviamos un derecho fundamental de las personas y que no es otro que el derecho a la educación. Este problema tiene remedio, y no tardaría más de cinco años en ser resuelto si hubiera verdadera voluntad e interés político y de ciudadanía en hacerlo, porque no es cuestión únicamente de presupuesto económico, sino de bondad en la gestión, y esto es precisamente lo que necesitamos; buena gestión educativa. Entonces, si podemos y sabemos hacerlo, ¿por qué no lo hacemos? Esa es la pregunta del millón que cada uno de nosotros debe responderse desde la más absoluta sinceridad.
Estoy harto de oír siempre la misma muletilla y es que, como hay problemas en el sistema educativo (que los hay), es preciso “hacer algo”. Se puede por ejemplo mejorar la formación inicial y la formación permanente del profesorado, el acceso a la función pública, disminuir el número de alumnos especialmente en los momentos críticos que tenemos identificados, dignificar y confiar en el profesorado, apoyar y ayudar al alumnado que presente necesidades educativas desde el mismo momento en el que aparezcan, diversificar contenidos y desarrollar competencias con metodologías diferentes, etc. y para todo ello no es necesario cambiar la Ley.
En mi opinión el problema fundamental que tiene la educación en España no es la escuela y lo que se hace en ella, sino que la educación “extraída” del debate político e ideológico nos preocupa muy poco. Nos pasa como aquel milano que tenía un pescado en su pico y era perseguido por varios cuervos que lo acuciaban y lo picoteaban para que soltara su presa. Fuera en la dirección que fuera, la bandada de cuervos lo perseguía. Cansado de tanta preocupación, dejó caer el pescado, que fue agarrado por un cuervo, el cual a su vez empezó a ser perseguido por los demás milanos. El primer milano se vio así libre de molestias y se posó tranquilo sobre la rama de un árbol…
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