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EL NORTE DE CASTILLA 27.12.2012 PILAR ROJO. PALENCIA.
Ramiro Curieses es orientador académico y actualmente dirige la Liga Palentina de la Educación, una oenegé de ámbito nacional que agrupa en la provincia a dieciséis profesionales vinculados al mundo de la docencia que dedican su tiempo a trabajar con colectivos desfavorecidos. El fomento de la escuela pública es su principal objetivo, y también trabajan en el apoyo a padres a través de la participación en diferentes centros. Ramiro Curieses acaba de ofrecer en el colegio Pan y Guindas una conferencia sobre la forma de mo¬tivar a los alumnos para estudiar.
- ¿Qué actividades llevan a cabo desde su oenegé y qué proyectos tienen a corto plazo?- Trabajamos con sectores desfavorecidos y les intentamos apoyar. Trabajamos con inmigrantes, instaurándoles ciertos hábitos, pero también con otros colectivos y con familias. Además, ahora tenemos previsto un programa de trabajo con los jóvenes que versará sobre educación para la salud. De todas formas, nuestra oenegé está federada a una de ámbito nacional.
- ¿Qué herramientas hay para motivar realmente a un alumno para que estudie?
- Depende mucho del contexto. En el encuentro que nosotros hemos tenido en el colegio Pan y Guindas hemos hablado con padres. Y lo que hemos hecho es trasladarlos algunas herramientas y estrategias para motivar a los niños a estudiar. Creo que es fundamental que muestren interés por lo que el niño lleva a casa, por lo que ha hecho en el colegio cada día. Que se interesen también por sus trabajos, por sus conocimientos y por sus mejoras, que hablen con frecuencia con los tutores y que vean cómo está siendo su proceso vital. En definitiva, que el niño interprete que a sus padres les interesa de verdad lo que hace en la escuela.
- ¿Y qué consejos da si se dirige directamente a los alumnos?
- Desde mi experiencia como orientador, creo que hay varias cuestiones. Por un lado, está la autonomía, que sean responsables de todo lo que hacen. Hay que poner en situación al niño de lo que ocurre cuando progresa. Al alumno le desmotiva mucho lo que le exigen en la escuela y él no puede dar. Pero también le motiva el reconocimiento y la valoración. A los niños les ocurre como a los adultos, nos construimos por los éxitos y no por los fracasos. Yo no conozco a nadie a quien el éxito le resulte indiferente. Por eso hay que buscar la posibilidad y la fórmula de que el alumno resulte exitoso.
- Todo esto es precioso sobre el papel. ¿Pero de qué sirven realmente estos consejos en un momento en que los índices de fracaso escolar son alarmantes? ¿Qué está fallando?
- Los contenidos escolares están muy alejados de los intereses de los alumnos. La sociedad en veinte años ha dado un cambio tremendo, un avance a pasos agigantados. Sin embargo, la escuela está anclada en el espacio y en el tiempo de otra época. Hay una desconexión entre lo que le interesa al alumno y lo que se le da. En la época digital, se prohíbe el móvil, por ejemplo. Muchos alumnos ven en la escuela un mundo en el que no se ven, no conectan. Sus intereses y sus motivaciones van por otro lado. Si les colocáramos en un contexto en el que pudieran empezar a hacer lo que les guste, las cosas cambiarían mucho. Hay experiencias y metodología que demuestran avances en este sentido.
- ¿Por dónde empezaría usted este cambio en el sistema educativo?
- En mi opinión, el cambio debe ir centrado en dos indicadores. Por una parte, la metodología. Ahora mismo no tiene mucho sentido que unos alumnos de Secundaria estén sentados de frente al profesor durante seis horas y con unos niveles de atención que hoy en día no tienen sentido. Hay que cambiar la metodología. También hay que cambiar la evaluación, porque tiene un efecto demoledor en el alumno el suspenso, el no considerarle valido. La educación está para construir y no para destruir, eso es una máxima fundamental.
Ramiro, es que a veces se confunde educar con enseñar. Y no es lo mismo.
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